nada menos que por decreto-ley, ante la sublevación femenina que provocaría —se imaginan— la insumisión de Vasti. Pero en el fondo subyace una consideración muy seria: quien manda es el hombre, y si se descuida —piensa— usurpará su trono la mujer. El discurso de Memucán y las medidas adoptadas por Asuero ponen de relieve un problema universal: el lugar del hombre en el mundo, y el lugar de la mujer en un mundo dominado por los hombres. La ocasión de la rebeldía de Vasti es
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